jueves, 29 de agosto de 2013

LA NIÑA DEL SUR SALVAJE

Elías Nieto



Un día como hoy, en el 2005, el Huracán Katrina asoló Nueva Orleans en los EE.UU., dejando más de 600 mil damnificados.  Desde aquel desastre, el cine ha llevado a sus pantallas, desde diversas perspectivas, los efectos de la catástrofe, por lo que en el siguiente post pretendo reflexionar en torno a una de las películas emparentada con la efeméride arriba citada.

La película La niña del sur salvaje (Bestias del sur salvaje -en España- o Lejos de tierra firme -en algunos países latinoamericanos) ha logrado posicionarse como la propuesta de ficción más recomendable en esta segunda mitad del año. 
En base a la consigna de que una interpretación nunca puede ser sencillamente externa a su objeto, propondré una lectura desde el proceso de enunciación y consumo.

El director Benh Zeitlin sitúa su ópera prima en una zona pantanosa del Mississippi, en una comunidad a las afueras de Nueva Orleans que sufre las devastaciones de una histórica tormenta. En ella la protagonista,  "Hushpuppy" (Quvenzhané Wallis, la actriz más joven en ser nominada a un Oscar de la Academia), nos introduce a un mundo paralelo lleno de elucubraciones  e imágenes  en apariencia antitéticas, pero en el trasfondo complementarias.

El inicio de la película nos plantea una celebración de la vida a través de lo que podemos denominar una "carnavalización", en términos de Bajtín. La categoría es aplicable en tanto la comunidad en la que vive Hushpuppy representa a la cultura norteamericana no oficial, que mediante su celebración pretende anular la figura autoritaria que el gobierno le trata de imponer desde el otro lado del dique. A lo largo de la película la celebración se convierte en una resistencia decidida que busca subvertir el mundo social jerarquizado para convertirlo en un mundo en el que se pueda aprender a sobrevivir sin la mano castigadora del "Otro".

Ciertas lecturas miopes sostienen que la película peca al mostrar una vida marginal totalmente artificial, una vida bajo  condiciones paupérrimas que no tiene el realismo necesario para constituirse en una denuncia contra el Estado capitalista. Los que  sostienen ello, se olvidan, o confunden, que los códigos de una obra de ficción no tienen que basarse estrictamente a los códigos establecidos por la realidad, ya que la ficción es un modo de crear realidad cinematográfica sobre la base de elementos de la realidad existente: no se excluyen, sino se complementan mutuamente, su diferencia es gradual no esencial. De esta manera, ninguna de las dos puede prescindir de la realidad y difieren en el grado de fidelidad o de alejamiento del modelo imitado, o, en otros términos, en el grado de obediencia a las exigencias de lo que se denomina verosimilitud.




Desde este punto de vista, contemplamos en La niña del sur salvaje, a través de la técnica de "cámara en mano", el mundo de Hushpuppy, un mundo cargado de una retumbante banda sonora que es acompañada por una voz en off (de la protagonista), una voz que resulta extraña por su contenido (las reflexiones no parecen propias de una niña de seis años), pero oportuna para la metáfora final que propone Zeitlin


A diferencia de la película Lazos de sangre, La niña del sur salvaje no se conforma con mostrar la miseria en la que viven algunos norteamericanos, ni tampoco apela a la jugada característica con la que Kaurismaki estructura con un arte de orfebre sus películas, mostrándonos, religiosamente, los lados oscuros de la "perfecta" sociedad finlandesa.
Esta película tiene una carga semántica enorme, ya que a través  de la mirada fantástica de una niña observamos como los diversos momentos catastróficos de una vida (el abandono de una madre, la enfermedad mortal de un padre, un desastre natural y la invasión del “extraño”) se  pueden sobrellevar a través de la sensibilidad, por lo tanto la narración sufre una serie de bifurcaciones que no atentan contra la trama, al contrario, terminan cargándola de "poesía"

La lucha del pueblo, que nunca se desmoraliza ni rinde, es el pasaje de una intrahistoria donde los héroes anónimos se resisten a la ocupación y tienen que cambiar su
ternura y fragilidad peculiares para con la naturaleza, por una valentía inquebrantable, una valentía capaz de enfrentarse contra el invasor que viene a sacarlos de su mundo, uno que, a pesar de haberse destruido, les sigue perteneciendo, pues la destrucción se produjo al desatarse un desequilibrio con el universo.

Los pasos de las niñas (con aspecto de mujeres que han vivido años de lucha) al finalizar la película, se superpone al avance de las bestias. Al llegar frente a la casa donde su padre agonizante la ve desde la ventana, Hushpuppy no siente temor y se enfrenta, sosteniéndo la mirada, a un peligro monumental que termina arrodillándose ante ella.
Finalmente la  inundación se produce también en su alma, el agua trata de borrar espacios de convivencia y felicidad, y justamente cuando ella se encuentra frente a la muerte, su temor fantástico con la llegada de las bestias se resuelve, pues las bestias del sur salvaje llegaron al pueblo para testimoniar, no sobre su llanto, sino sobre estas palabras:

“Cuando todo está tranquilo en mi mente, veo todo lo que me creó volando a mi alrededor (…) Puedo ver que soy una pequeña pieza en el inmenso Universo y así todo está bien…”


Los sobrevivientes se alejan en marcha triunfal, agitando banderas, mientras los corazones de padres e hijos buscan secarse algunas lágrimas y entender que en una película lo importante no solo es lo que se cuenta, sino como se cuenta y como nos vemos a nosotros mismos en ella.