miércoles, 6 de marzo de 2013

SOBRE ZERO DARK THIRTY O COMO NO IMITAR A HOMELAND

 Elías Nieto


Jessica Chastain vs Claire Danes 


Desde que Argo fue aclamada mundialmente por la crítica, Ben Affleck se ha venido quejando de por qué la Academia no lo nominó a mejor director y, en todas las oportunidades que ha tenido, para consolarse sostiene que a pesar de esto se siente tranquilo porque tampoco fueron nominados dos grandes: Tarantino y Bingelow; cuyos filmes sí compitieron por mejor película. Pienso que el director de Argo debió buscar mejores comparaciones, porque si a Tarantino no lo nominaron por Pulp fiction y sí por Bastardos sin gloria, algo grave les debe estar pasando a los críticos de la Academia (Tarantino no los convence como director o simplemente solo lo consideran un notable guionista). En el caso de Kathrin Bigelow, a mi parecer, la Academia ya cumplió al entregarle el Óscar a la mejor dirección por la película The Hurt Locker (Zona de miedo) en el 2009. La comparación entonces se desinfla frente a la inflada película Zero dark thirty (La noche más oscura en Latinoamérica), que notoriamente a sido la que menos merecía estar entre las nominadas de la noche en la que resultó ganadora Argo del disconforme Affleck.
¿Por qué Zero dark thirty resulta ser una película inflada? Lo es porque al tener el anuncio de un thriller sobre la captura de Osama Bin Laden a todos nos nace la curiosidad, y entonces, adoptando una postura de lectura crítica, tendemos a hacer comparaciones (no tan malas como las de Ben, por supuesto). En este punto me serviré, alterando lo literario por lo cinematográfico, de lo que sostiene Kristeva "el texto cinematográfico funciona dentro de una totalidad de textos y es una escritura-réplica (afirmativa o negativa) de otros textos", entonces en la comparación que se establece tiene que concebirse la textualidad cinematográfica no en sí misma sino a partir de otra textualidad. Apelando entonces a las relaciones que establece la literatura comparada, podemos decir que la lectura tendría que establecer relaciones interdiscursivas; pues el carácter discursivo que se destaca en Zero dark thirty es dicotómico: historia y televisión. Del primero tenemos el tono documental que prima, más desacertada que acertadamente, en ciertos pasajes de la película; por el otro lado, encontramos los débiles acercamientos a la serie televisiva de Showtime: Homeland, desarrollada por Howard Gordon y Alex Gansa.
Ahora bien,  hoy en día toda película que trate sobre el conflicto de de los EE.UU. contra Al-Qaeda, y se precie o intente ser buena, tendrá que mirar cuidadosamente lo que hace Homeland (aún nos espera la tercera temporada) y comprender que este tema no puede seguir únicamente la especulación de una historia vedada o revelar y desclasificar los acontecimientos de la operación supersecreta que acabó con la vida del enemigo número "uno" de Norteamérica. 
De esta manera, el guion de Zero dark thirty pareciera haber sido escrito por un ebrio fanático de Homeland, pero no alguien embriagado por la bebida, sino embriagado de patriotismo barato.


En clara diferencia de lo que vemos en la película, en la serie los temas sensibles como la traición, el terrorismo o la muerte no tienen un tratamiento  cucufato o parcializado, ni lleno de sesgos ideológicos o timoratos para representar críticamente el sistema mediante el cual se rige la CIA. Homeland nos sumerge en un mundo donde todos resultan sospechosos y cuando menos lo esperamos, la historia da un sorpresivo giro que aumenta la intriga y nos llena de suspenso; pues, ya no sabemos cuando un hombre es un traidor y cuando intenta ser un héroe, ya que en este punto la serie acierta, por sobre muchas de su mismo género, al mostrar toda la dimensión humana, muchas veces atiborrada únicamente de miseria, frente a una guerra donde todos son malos.
Por el contrario, en Zero dark thirty la etiqueta de "thriller" parece diluirse poco a poco, pues en sus 2 horas y media el ritmo de la narración se va haciendo lento y tedioso, y cuando pensamos que la incursión militar a la casa donde está Bin Laden (parte final de la película), puede salvarla, nos damos cuenta que nos hemos engañado a nosotros mismos.
Los diálogos son planos y los encuadres, de un claro tono documental, son recursos que no aportan en nada a la trama, quizá por ahí los colores salven el tratamiento que recibe la fotografía en la película.
Las escenas de tortura que nos muestra no resultan para nada creíbles y en ningún caso los prisioneros se quiebran y entonces nos preguntamos ¿de dónde sale la información para capturar a Bin Laden?, ¿de la mente brillante de algún agente?
La película, en general, no sorprende en lo más mínimo, el espectador puede anticipar lo que vendrá, como cuando una de las agentes pide que su informante no sea revisado por los militares ya se presume algo peligroso, y con el avance intempestivo del auto en el que viene, la sospecha de un ataque suicida se hace tan evidente que cuando este detona el chaleco que lleva y todo vuelva en pedazos, nos preguntamos ¿por qué nadie detuvo algo tan anunciado? A partir de esta escena la película no puede dar un giro que sorprenda en lo más mínimo, ni siquiera con el asesinato de Osama y entonces el ritmo se vuelve, a más no poder, exageradamente tedioso.
La protagonista, interpretada por Jessica Chastain, una agente de la CIA que promete una venganza menos creíble que todo su papel en la película, parece haberse construido en base al personaje de Carrie Mathison (una inigualable Claire Danes que lo ha ganado todo por este papel: dos Globos de oro y un Emmy, entre los premios más importantes) protagonista de Homeland que con su bipolaridad nos seduce; sin embargo, Chastain no llega al registro de interpretación de Danes; y al contrario, nos resulta totalmente impostado y predecible, de ahí a que no entiendo por qué muchos dijeron que su papel se sostenía en su obsesión por capturar a Osama. ¿Obsesión? (!). Obsesión es lo que tiene Carrie por el sargento  Nicholas Brody, así es que no valoremos gratuitamente buscando un "vs" (imagen que abre el post) entre estas actrices.
No pecaría de imparcial al sostener que Zero dark thirty  no sobresale en ningún aspecto; por el contrario, Homeland desde el piloto de su primera temporada siempre estuvo entre lo bueno y lo excepcional, y el episodio menos logrado superaría largamente al tedioso guion y a la mediocre dirección de Kathryn Bigelow.
En fin, ver Zero dark thirty, después de haber seguido religiosamente las dos temporadas de Homeland es como leer Los Íngar de Carlos Eduardo Zavaleta después de haberse deleitado con Luz de agosto de Faulkner (no sé que tan mala sea esta comparación).
Me hubiera gustado terminar afirmando que lo mejor que tenía Zero dark thirty era su título; sin embargo, en el Perú el año pasado Judith Vélez presentó su documental 1509 Operación Víctoria, por lo que me he quedado sin palabras cuando de títulos originales se trata.